Una pastelería en Tokio, de Naomi Kawase
Cocina y sentimientos
La virtud de Kawase es mostrar ese mundo sin sensiblería, bien al contrario. Se diría que, sin llegar al distanciamiento y a la ironía de otro cineasta japonés, el añorado Juzo Itami, el de la mítica Tampopo, la cineasta se limita a proponer como reveladoras tomas de conciencia algo que considera simples soluciones de emergencia. En efecto, la desesperación y la muerte están presentes en una historia que, sólo aparentemente, discurre por los caminos de los buenos sentimientos. Ello convierte An / Una pastelería en Tokio en un film tan triste como Dodes’ka-den (1970), de Akira Kurosawa: supervivientes, hijos de la tragedia, sus protagonistas encuentran una especie de luz, una constatación en definitiva de lo “tremendamente difícil que es estar vivo”, que diría el poeta cantautor.
Antonio Llorens